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Autor/a
Salvador Galán Moreu (Granada, 1981). Como narrador ha publicado En el nombre del reggae (Injuve, 2010), El centro del frío (Lengua de Trapo, 2011) y los libros de relatos Llamarse nadie (Difácil, 2017) y Los cuartos de ellas (Difácil, 2024). Además ha sido incluido en varios volúmenes colectivos destacando la antología a cargo de Alberto Olmos, Última temporada (Lengua de Trapo, 2013), que seleccionaba veinte voces nacidas en los años ochenta. Como poeta es autor de Libro de Diabologán (Difácil, 2013), La puntualidad de Heinrich Böll (Verbum, 2015) y Pan de Dédalus (Oblicuas, 2016), además de un par de plaquettes previas. En 2020 salió No Fall, (Kalathos, 2020), un diario ilustrado que recogía el período entre los otoños de 2016 y 2017. Su obra ha recibido diversos reconocimientos, entre otros, los premios Injuve y Cajamadrid de narrativa, y el Martín García Ramos y el Gastón Baquero de poesía. A su vez, ha colaborado en publicaciones como Quimera, Eñe, El Coloquio de los perros, Culturamás, Zenda o The Barcelona Review.

Sinopsis
Frente al papel en blanco, la primera losa que todo poeta levanta siempre es la del peso de lo escrito. ¿Cómo escribir poesía después de la poesía? Además, ocurre que en las encrucijadas, allí donde algo termina y otra cosa empieza a despuntar, digamos frente a un estado de cosas poético anterior agotado, monótono, en exceso domesticado, intentar alzar la voz es siempre difícil. Y para colmo, en el oficio de poeta el trabajo no siempre se ve recompensado. Por eso, pienso que hay cierta justicia literaria en que se premie un libro como este, en que se ofrezca el necesario viático a quien viene arriesgando.
Porque esta es sin duda la clave principal que sorprenderá al lector incauto: el riesgo. El propio autor se ha referido al mismo como un poemario que huye de la unidad de tono poético y de voz, como un libro hacia delante. Y a partir de ahí se puede ir situando a su autor, Salvador Galán Moreu, del lado de quienes, ayer como hoy, gustan de experimentar con las palabras: las tensan, las retuercen, las doblan sobre sí mismas, las ponen al límite y finalmente vuelven del lugar al que las han llevado para ofrecernos lo que han encontrado.
Del prólogo de Jairo García Jaramillo.